domingo, 28 de marzo de 2010

Legalización de las drogas, el camino

Los presidentes de las comisiones de Relaciones Exteriores de las dos cámaras del Congreso de la Unión recibieron a la delegación de funcionarios estadunidenses con sendas declaraciones a favor de la legalización de las drogas. La presidenta de la Comisión de Relaciones Exteriores del Senado, Rosario Green Macías, afirmó el pasado lunes que el clima de violencia que se vive en la frontera obliga a los gobiernos de Barack Obama y de Felipe Calderón a trazar la ruta hacia la despenalización del consumo de la mariguana.

Por separado, el presidente de la Comisión de Relaciones Exteriores de la Cámara de Diputados, Porfirio Muñoz Ledo, consideró que la posibilidad de “legalizar las drogas” debió haber formado parte de la reunión de alto nivel celebrada ayer entre funcionarios del gobierno de Estados Unidos y del gobierno de México.

El tema no les gusta ni a unos ni a otros, por lo que, desde luego, no fue tocado durante esa reunión en la que, como reiteradamente ocurre, los representantes de ambos países sólo hablaron de reforzar la cooperación para combatir al narcotráfico.

Desde que el presidente Felipe Calderón tomó posesión, el Estado mexicano libra una guerra intensa en contra del narcotráfico y la delincuencia organizada, que ha dejado como saldo 18 mil 60 muertos, mil 254 de ellos pertenecientes a las fuerzas del orden.

Y aunque han sido detenidos cientos de narcotraficantes de distintos niveles y se han decomisado cantidades importantes de droga, los cárteles no han sido desmantelados y el negocio ilícito que genera violencia extrema no se ha terminado.

La posible legalización de las drogas ya dejó de ser un tema tabú. Especialistas en seguridad y en adicciones hablan abiertamente del asunto en todos los foros del país y el tema ha sido planteado también a nivel internacional.

En febrero del 2009, la Comisión Latinoamericana sobre Drogas y Democracia determinó que la llegada de Barack Obama a la presidencia de Estados Unidos representaba el momento propicio para llevar a debate el tema de la legalización de la droga.

En México, el Senado mantiene en la congeladora una iniciativa presentada por el perredista René Arce Islas para despenalizar el consumo de la mariguana. Decir que si se despenalizan las drogas aumentará el consumo de las mismas, es un argumento que no se sostiene, pues las adicciones no dependen de la legalidad o ilegalidad de la sustancias.

De acuerdo con la Encuesta Nacional de Adicciones 2008, el número de personas que probaron alguna vez una droga de las que están prohibidas subió de 3.5 millones, en 2002, a 4.5 millones, en 2008.

La misma encuesta señala que 5.5 por ciento de la población del país, es decir, aproximadamente seis millones de personas, sufre de abuso y dependencia hacia las bebidas alcohólicas, mientras que 13 millones de personas son adictas al tabaco.

El alcohol y el tabaco también son drogas; producen adicción y su consumo descontrolado representa un problema de salud pública. ¿Entonces por qué se prohíben y se penalizan unas drogas y se permiten otras?

En la lógica de quienes se oponen siquiera a discutir la posible legalización de las drogas, el alcohol y el tabaco también deberían estar prohibidos.

Ya es tiempo de dejar a un lado los prejuicios y los dogmas y de empezar a discutir en serio una posible legalización de las drogas —todas, no sólo la mariguana— como la única forma de terminar con un negocio ilícito que genera violencia extrema, cobra vidas humanas y provoca un gasto estratosférico de los recursos del Estado.


Contreras, José. “Legalización de las drogas, el camino” en La Crónica, México, D.F. miércoles 24 de marzo de 2010, consultado el sábado 27 de marzo de 2010, http://www.cronica.com.mx

domingo, 21 de marzo de 2010

Responsabilidades por igual

El pasado 8 de marzo se conmemoró el Día Internacional de la Mujer. En general hubo coincidencia en que desafortunadamente había poco que celebrar, pues todavía imperan muchas formas de discriminación, de violencia, que impiden el desarrollo humano de muchas mujeres. Día a día el género se enfrenta a nuevos retos; de manera vertiginosa se han incorporado al trabajo remunerado pero sin abandonar sus tareas domésticas, es decir, para la mujer todavía no hay equidad, pues a pesar de los cambios no se ha logrado reorganizar la vida social.
El cambio de paradigmas en la conformación de los núcleos familiares provocó que la mujer se incorporara al mercado laboral de una manera vertiginosa.
Entre 1990 y 2008, la participación laboral femenina aumentó de 32 a 53 por ciento en América Latina y el Caribe. En la actualidad, hay más de 100 millones de mujeres insertas en el mercado laboral de la región, lo que constituye un nivel inédito.
El problema es que no se va a la par en el asunto de los derechos para el género ni de sus responsabilidades familiares, pues mientras la incorporación de las mujeres a la fuerza de trabajo ha tenido efectos importantes en la generación de riqueza de los países, el bienestar de los hogares y la disminución de la pobreza, las desigualdades socioeconómicas, la exclusión social y la sobrecarga de trabajo para las mujeres, por citar algunos ejemplos, no han cambiado de la misma manera.
Nuestro país tiene el reto de avanzar en la igualdad de oportunidades entre mujeres y hombres, una igualdad que se debe reflejar tanto en el trabajo remunerado como en el no remunerado, tanto en el ámbito privado como en el público, tanto en la vida laboral como en la familiar. El trabajo y la familia son esferas en apariencia gobernadas por lógicas distintas: una pública y otra privada. Sin embargo, las decisiones en una de ellas afecta necesariamente a la otra.
En este contexto, es relevante un estudio realizado por la Organización Internacional del Trabajo (OIT) y el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) sobre el tema Trabajo y familia: Hacia nuevas formas de conciliación con corresponsabilidad social. Dicho informe regional da cuenta de los conflictos en la relación entre trabajo y familia en América Latina y el Caribe. En él se formulan recomendaciones de políticas públicas y se rescatan buenas prácticas llevadas a cabo por gobiernos de diversos países, que revelan la necesidad de nuevas formas de conciliación que permitan que las tareas domésticas y el cuidado de las y los integrantes de la familia sean compartidas entre mujeres y hombres, pero también entre el Estado, el mercado y las familias.
De acuerdo con las organizaciones responsables del informe, OIT y PNUD, lo que se busca es contribuir a enfrentar uno de los mayores retos de nuestro tiempo: la conciliación entre vida familiar y personal y vida laboral para avanzar en la igualdad y equidad y combatir la pobreza desde el mundo del trabajo.
El informe alude a la necesidad de que los países atiendan una serie de transformaciones, como la incorporación masiva de las mujeres al mercado de trabajo, la aparición de nuevas formas de empleo (mucho más precarias e inseguras) y el exceso de tareas que hoy recaen sobre las familias, sobre todo las de menores ingresos. Junto con una descripción de los procesos que han dado vida a nuevos tipos de familias y tensiones, este informe pone el acento en dos ideas: la urgencia de que los países pongan en marcha políticas de conciliación, que permitan a trabajadoras y trabajadores integrar de mejor manera sus responsabilidades familiares y laborales, acompañadas de medidas por parte del Estado, las empresas, los sindicatos y las propias familias, pues en la actualidad mujeres y hombres comparten el sustento económico de sus hogares, mas no las responsabilidades de cuidado.

Es loable el esfuerzo de los organismos por presentar los problemas actuales y recomendar formas de actuación para resolverlos. Sin embargo, ninguna medida podrá lograr por sí sola la conciliación con corresponsabilidad social si ésta no incluye otras que maximicen sus efectos. Es decir, de nada servirán programas y políticas públicas si no se propicia un cambio cultural para en verdad transformar la concepción del rol de la mujer en las sociedades modernas.


Arce, René. “Responsabilidades por igual” en La Crónica. México, miércoles 17 de marzo de 2010, consultado el sábado 20 de marzo de 2010. http://www.cronica.com.mx

domingo, 14 de marzo de 2010

Contra lo Correcto

Cuando se tiene una ideología o posición política, se usa que se la compre en paquete y que no se cuestionen las partes que lo componen. En México, ser de izquierda significa decir que sí a lo que sea que hagan o digan los indígenas, los pobres, los maestros o los electricistas de la extinta Luz y Fuerza del Centro y no a todo lo que digan la televisión o el Presidente de la República. Y ser de derecha significa decir sí a la Iglesia, los grandes empresarios y medios de comunicación y no a cualquier cosa que digan o hagan los grupos de derechos humanos, de defensa del medio ambiente o de las causas de los arriba citados.

Para unos, es siempre estar contra las medidas gubernamentales y para otros a favor del libre mercado. Para unos es estar en contra de los ricos y para otros, de los activismos sociales. Y no importa si a veces el paquete llega demasiado lejos, la izquierda parece obligada a apoyar a Hugo Chávez en Venezuela y la derecha a callar frente a los abusos de los chinos en el Tíbet.

Y resulta sumamente difícil ir en contra de este modo de proceder. Cuando una legisladora republicana apoyó la propuesta de reformar el sistema de salud que hizo Obama en Estados Unidos, fue un escándalo, porque esa era vista como una causa de los demócratas.

Ahora el senador Pablo Gómez lo está haciendo: desde la izquierda dice que el Estado laico “implica terminar con privilegios y afirmar las libertades, pero para todos”. Esto significa que, en su opinión, también los sacerdotes deben tener derechos políticos, sin importar su trabajo, género, color de piel, lengua, modo de pensar, de vivir o de ejercer la sexualidad.

El tema no es sencillo, porque quienes argumentan en contra también tienen sus buenas razones, sustentadas en la historia de México que ha visto reiteradamente los afanes de la Iglesia por imponer sus ideas y su disposición a llegar hasta donde sea con tal de lograrlo. Y porque llegar hasta las últimas consecuencias del otorgamiento de derechos iguales para todos puede ser peligroso, pues ello necesariamente incluiría a los muchos contra los que generaciones enteras han combatido y a quienes ha costado tanto esfuerzo quitar.

Pero aquí lo que me interesa destacar es otra cuestión: la dificultad para alguien de cuestionar y no comprar completos los paquetes.

Esto resulta muy excepcional, si es que de plano alguna vez sucede. Nadie de izquierda hablaría contra la APPO en Oaxaca y nadie de derecha contra el Teletón. Un caso reciente lo hace evidente: el de los supuestos hijos del cura Marcial Maciel, que han contado los supuestos abusos sexuales de que fueron objeto por parte de dicho personaje. Llama la atención que quienes han comentado el caso en los medios les han creído la historia sin dudar un ápice.

Esto me parece interesante, porque son los mismos que dudan de cada palabra que dice el Presidente, los gobernadores, procuradores, legisladores, dirigentes de partidos y burócratas de cualquier nivel y ni siquiera le creyeron a los máximos jueces de la nación cuando dieron su veredicto sobre la guardería ABC de Sonora, pero en cambio tomaron al pie de la letra la palabra de estas personas.

El tema que me parece que hay que destacar es entonces, por qué en algunos casos damos por bueno lo que se nos dice y en otros casos lo damos por malo desde el principio y sin más.

Que quede claro: no me cabe la menor duda de que a un abusador se le debe castigar. Lo que sin embargo me parece que hay que hacer es investigar antes de juzgar.

Desconfiar es una actitud que debería ser pareja. Es decir, si dudamos de los poderosos porque sabemos que tienen intereses que los impulsan a mentir, también deberíamos poner en duda a los ciudadanos en casos en que es tan obvio que hay mucho dinero en juego.

Pero por supuesto, es más fácil comprar en paquete, decir que los malos son los malos y los buenos son los buenos y que no hay matices ni grisuras, pero ese no debería ser el modo de funcionar de una sociedad a la que queremos democrática.

Sefchovich, Sara. “Contra lo correcto” en El Universal, México, 14 de marzo de 2010, consultado el 14 de marzo de 2010.
http://www.eluniversal.com.mx

domingo, 7 de marzo de 2010

¿La bomba demográfica?

En 1987 los expertos del Club de Roma juraban y perjuraban que la población mundial, en su catastrófico crecimiento, llegaría a 12 mil millones de personas para principios del siglo XXI y que México tendría 125 millones de habitantes. Creo que llegamos a 107 y leo que nuestro globo tendrá en 2012, 7 mil millones de habitantes y tal vez 9 mil en 2050; tal vez porque las predicciones en demografía son siempre bastante arriesgadas.

El reverendo Thomas Malthus, economista político inglés y pionero de la demografía, autor del famoso Ensayo sobre el principio de la población (1798), predecía a nuestros antepasados un futuro sombrío: la población crecía a un ritmo tal que no tardaría en alcanzar el límite de las posibilidades alimenticias. Se equivocó en el corto plazo, corto puesto que dos siglos no son nada en la historia de un homo sapiens viejo de 150,000 años, con una historia anterior de 1,500,000 años. La revolución industrial, inseparable de los progresos de la agricultura, permitió el crecimiento acelerado y sostenido de la población que nos ha llevado a la actual situación.

Ahora no faltan expertos que dicen que, equivocado en 1798 para los dos siglos siguientes, Malthus pronto tendrá razón; van a realizarse sus profecías de desgracias. “Somos demasiados”, afirman y “tener más de dos hijos es egoísta e irresponsable”, dice Paul Ehrlich, autor de La bomba poblacional. Según él, EU necesita “un presidente con agallas” que diga que no debe haber más de 140 millones de estadounidenses vivos a la vez. “Lo patriótico sería limitar el número de hijos a dos, lo que daría un promedio de 1.5”.

Él y sus colegas pronostican hambre, pobreza, guerras por el agua y la tierra, agroimperialismo, destrucción acelerada del medio ambiente y, finalmente, el Juicio Final que habremos sólo logrado posponer de 1850 a 2050: don Thomas Malthus tendría la razón y la razón toda.

Pierre Chaunu, historiador francés que acaba de morir a los 86 años, nunca compartió esas ideas. A una fecha tan temprana como 1964 anunciaba que las predicciones catastrofistas eran falsas, y cuando P.R. Ehrlich publicó su libro en 1968, Chaunu defendió la tesis opuesta en media docena de libros publicados entre 1970 y 1990. Hasta ahora las cifras le han dado la razón: la tasa de fecundidad ha bajado mucho más rápidamente que lo previsto (un 50%), tanto en los países ricos, como en países en vías de desarrollo, hasta en los países pobres, y no por la política demográfica de los gobiernos, sino por un fenómeno sociocultural complejo. Fue el caso en México que pasó de un número medio de siete niños por mujer a 2.7, entre 1950 y 1995. Tal descenso no estaba previsto y el resultado fue una tasa de crecimiento demográfico muy inferior a lo pronosticado. El fenómeno es planetario, con la sola excepción de una parte de África, y muchos países empiezan a temerle al “tsunami plateado”, es decir, al envejecimiento masivo de su población, cuando no, como en el caso de Rusia y Japón, a una disminución importante de la población.

Por razones diferentes, es muy difícil predecir lo que va a pasar en cada región, de modo que un gran punto de interrogación está encima de la curva de evolución de todas las poblaciones. Poco antes de morir, Chaunu decía una vez más que el problema no es la fecundidad, que ya se está frenando, según él por efecto de un mecanismo global y naturalmente biológico que no entendemos todavía; el problema es la mala distribución de los recursos y de la tecnología. No era “poblacionista” a ultranza, tampoco era indiferente a la destrucción del medio ambiente y de las otras formas de vida que nos acompañan. Llamaba a pensar de otra manera la globalización, las desigualdades, la pobreza y las políticas públicas nacionales y mundiales; a no imitar el siglo XX, cuyas políticas económicas, tanto las revolucionarias como las reformistas, fueron ante todo nacionales. Deseaba, esperaba una “Nueva Economía Política” que tomara una dimensión internacional global.

Efectivamente el reto es global. En 1974, Henry Kissinger declaraba en el primer congreso mundial de la alimentación, en Roma, que antes de 10 años ningún niño se iría a dormir con hambre… Hoy, en el mismo foro, nos dicen que mil millones de personas pasan hambre todavía. ¿Cómo hacer para que en 2050 esta tragedia haya tomado fin? El reto no es nuevo. ¿Podría la actual crisis económica, en su gravedad misma, llevarnos a salvar al mismo tiempo la humanidad y el planeta?


Meyer, Jean. “¿La bomba demográfica?” en El Universal. México, D.F a 7 de marzo de 2010, consultado el 7 de marzo de 2010,
http://www.eluniversal.com.mx

martes, 2 de marzo de 2010

El twitter me da risa

Varias de las más grandes notas de esta semana tienen que ver con de Felipe Calderón, las multas a Tv Azteca, la concesión del canal 52, Hi-tv, el canal 46 de Televisa, EchoStar, Nextel.

Está muy fuerte el tema de las comunicaciones y cada una de estas noticias da para que usted y yo nos pasemos horas enteras debatiendo si están bien, si están mal, celebrando a los amigos y maldiciendo a los enemigos. El asunto es que aquí están pasando muchas cosas y que no podemos llegar a nada por un problema que nadie ha querido discutir.

No, no tiene que ver con la rabia que millones de mexicanos sienten cada vez que se enfrentan a las noticias ni con la necesidad que las personas tienen de opinar y de ser tomadas en cuenta. Tiene que ver con educación.

Me asusta que los mexicanos no estén siendo educados en temas de comunicación, que no exista esta materia en las escuelas primarias y que los jóvenes que estudian esto oscilen entre las teorías de hace más de 30 años y los modelos que tienen que ver con realidades como la de Estados Unidos, Francia y España, pero no con la nuestra. Me asusta porque si supiéramos dónde estamos parados, en lugar de estarnos peleando por tonterías como la efectividad de las redes sociales, les estaríamos sacando provecho.

Cada vez que hablo con alguien del gobierno, le digo lo mismo: tenemos que luchar porque a los mexicanos se les enseñe, desde niños, a entender la comunicación. Esto es tan importante como enseñarles nutrición y sexualidad.

Un niño que sabe de comunicación puede entender lo que está viendo y lo que está oyendo, puede detectar la manipulación que se da en algunos medios y los intereses que se esconden en las noticias que recibimos a diario. Un joven que sabe de comunicación va a ser un ciudadano crítico, no le van a ver la cara tan fácilmente, va a tener otra aproximación a la información, va a saber dónde buscar las fuentes y va a participar de otra manera.

No sé a usted, pero a mí me da pena que mucha gente no sepa la diferencia entre televisión abierta y televisión de paga, y que haya personas que piensen que la televisión de paga de sistema básico sirve para lo mismo que la televisión de paga premium.

En este país pocas personas entienden situaciones tan elementales como qué es una serie de televisión, qué es una telenovela, qué es un noticiario, qué es una crónica y qué es una entrevista. Por lo mismo, cualquier charlatán aparece y le vende a la sociedad que lo que está haciendo es una cosa cuando en realidad es otra, y nadie protesta. Al contrario, se le aplaude o se le abuchea por cualquier razón menos por el engaño.

Estamos tan mal en materia de comunicación en este país que la población reacciona ante todo como si se tratara de un partido de futbol. Cuando uno opina en contra de algo que tenga que ver con el PRD, por ejemplo, es porque necesariamente está a favor del PAN. ¿Por qué? Y lo mismo sucede con el PRI y el PAN, con el presidente y el crimen organizado, con Estados Unidos y América Latina, con Televisa y Tv Azteca, con la religión y el Estado laico, con la cultura y la diversión, y con la heterosexualidad y la homosexualidad.

Estamos muy limitados en nuestra percepción de la realidad y esto se debe, en gran parte, a que no hemos sido educados en la comunicación. Hoy, por mencionar sólo un caso, lo importante no es si nuestra televisora favorita ganó o perdió frente a la Secretaría de Comunicaciones y Transportes, sino el lamentable estado en el que estamos en estas cuestiones.

¿Por qué nos vamos a terminar de digitalizar hasta el año 2021 cuando la totalidad de los países avanzados del mundo ya están digitalizados desde ahora?, ¿Por qué los mexicanos no podemos comprar series ni películas por iTunes? ¿Por qué aquí es un lujo lo que en otras partes es barato?, ¿Por qué la televisión pública no puede vender sus producciones en DVD? ¿Por qué hay tantos canales desaprovechados? ¿Por qué no hay más cadenas nacionales?

Éstos tienen que ser los debates, éstas tienen que ser las críticas, pero como lo único que sabemos es si alguien nos cae bien o nos cae mal, atasquemos el Twitter con elogios y con insultos que para eso sí nos pintamos solos. ¿A poco no?

¡Atrévase a opinar!

Cueva, Álvaro. “El Twitter me da risa” en Milenio Diario, México, 28 de febrero de 2010, consultado el 28 de febrero de 2010. http://www.milenio.com/